Al saber que un crítico lo denominó “genio” este gran violinista le respondió:
“A lo largo de treinta siete años he estudiado violín no menos de 12 horas al día. ¡¡Y ahora este señor me llama “genio”!!”
“Todo genio está formado de un 2% de talento y un 98% de perseverante dedicación”.
“Un principio que he seguido siempre es el de no tocar nunca ni una sola nota mecánicamente”.
La capacidad es algo que tenemos que generar nosotros mismos. Esto significa repetir y repetir una acción hasta que se convierta en parte de nosotros. Es fácil decirlo, pero hay que tener energía para hacerlo, aquí reside el problema. Hay mucha gente que decide que va a conseguir esta u otra cosa, pero no alcanza plenamente sus propósitos. Empiezan, quizás, pero luego no siguen realmente, y no ponen el suficiente ánimo en su esfuerzo, dejando las cosas a medio hacer.Cualquiera que sea la tarea, la forma de tener éxito es, después de todo, mantener firmemente las intenciones hasta el final. Todos somos capaces de hacerlo; sólo depende de la voluntad de cada uno.
Si resistimos y continuamos dedicando nuestras energías a alcanzar una meta, se desarrollará la paciencia necesaria; así, nuestra capacidad de éxito crecerá sin parar. Esta habilidad obtenida nos ayudará a que nuestra tarea sea más fácil, a la vez que crece nuestra energía y perseverancia.
“Bach habla en el universo, Beethoven a la humanidad, y Chopin a cada uno de nosotros”
Había una vez un gran violinista llamado Paganini. Nicolás Paganini fue un violinista, guitarrista y compositor italiano, considerado entre los más virtuosos músicos de su tiempo, reconocido como uno de los mejores violinistas que nunca hayan existido, con oído absoluto y entonación perfecta, técnicas de arco expresivas y nuevos usos de técnicas de staccato y pizzicato.
Algunos decían que era un hombre extraño, otros manifestaban que era poco menos que sobrenatural. Las notas de su violín eran diferentes, maravillosas. Enormes auditorios se emocionaban hasta las lágrimas y nadie quería perderse una presentación de aquel genio de la música.
Una noche, en el más grande teatro de Roma, un enorme auditorio se había preparado para recibir y escuchar la música más excelsa. El director de la orquesta fue recibido con una ovación ensordecedora.
Pero cuando surgió triunfando la figura del gran maestro Paganini, el público aplaudió largamente. El maestro apoyó su violín en el hombro y lo que ocurrió después fue inefable. Fusas, semifusas y corcheas parecían tener alas y volar alrededor por el toque de aquellos dedos mágicos y encantados.
De repente, un extraño sonido interrumpe la atención del público. Una de las cuerdas del violín del gran maestro Paganini se había roto.
El director se detuvo. La orquesta se detuvo. El público se detuvo. Pero Paganini no se detuvo. Mirando fijamente su partitura, continuó extrayendo sonidos maravillosos de un violín con problemas. El director y la orquesta maravillados volvieron a tocar. El público se tranquilizó.
De repente, otro sonido también perturbador atrajo la atención de los asistentes. Otra cuerda de violín de Paganini se había roto.
El director se detuvo otra vez. La orquesta volvió a parar. Pero Paganini, no. Como si nada hubiera pasado, obvió las dificultades y continuó creando sonidos increíbles. El director y toda la orquesta, impresionados, continuaron la ejecución.
Pero lo más increíble estaba por ocurrir aún. ¡Todos los presentes sorprendidos emitieron un Ahhh! que se extendió por toda la sala. Una tercera cuerda de violín del maestro se había cortado.
El director se detuvo. La orquesta se detuvo. El público contuvo su respiración. Pero no, el genial maestro. Como si fuera un acróbata, produjo todos los sonidos posibles de la única cuerda que quedaba.
El director, impresionado, se atrevió a seguir. La orquesta se sintió motivada para seguir. El público pasó de un profundo silencio a la euforia, de la quietud al delirio.
Ninguna nota fue olvidada en la imposible ejecución. Paganini había entrado en la gloria. Su nombre perdura inmutable a través de los siglos.
Paganini es el símbolo de continuar avanzando ante lo que parece imposible.
Paganini és el símbol de continuar avançant davant del impossible.
”Los grandes músicos nos pueden servir de inspiración”